POLÍTICAS HABITACIONALES Y CAMPO DISCIPLINAR

Auteurs

  • Damián Enrique Sanmiguel
  • Liliana Rosa D¨Angeli
  • Omar Panosián
  • María Victoria Rodriguez Lazzarino
  • Melina Sillero
  • Tomás Antoniades
  • Emiliano Rossotti

Mots-clés :

urbanización, arquitectura, gestión, formación disciplinar, políticas públicas

Résumé

La Ponencia que se desarrollará dará cuenta de los avances en el proyecto de Investigación PIA - PUR 07, Si-FADU/UBA, “Políticas Habitacionales y Campo Disciplinar”, 2017-2019, su relación y vínculos con el proyecto PDE 022-UBA, “Proyecto de Urbanización Integral y Participativo para el Barrio La Fe – Lanús”, 2018-2020 y la asignatura optativa Arquitectos y Políticas Públicas, FADU/UBA.

Estos tres anclajes tienen en común abordar las problemáticas que aparecen en la Gestión Territorial, entendiendo esta como los múltiples y complejos procesos que deben darse para que un fragmento de ciudad fortalezca, remedie o mitigue alguna disfunción.

Habitualmente las estrategias de intervención para ello, suelen sustentarse en obras de servicios, transporte, viviendas, espacios públicos, equipamiento urbano etc.,
a financiar y ejecutar por el Estado, y para su análisis y evaluación se vuelve fundamental la comprensión de los procesos técnicos-administrativos, desde la formulación de los proyectos hasta el financiamiento, ejecución y monitoreo de los mismos.

Estos procesos generalmente involucran los tres niveles jurisdiccionales del Estado, el nacional, el provincial y el municipal o local, y sus interrelaciones deben ser  motivo de renovadas reflexiones, análisis y propuestas para garantizar que los aparatos burocráticos no se transformen en barreras infranqueables que nos alejen de la gente y sus necesidades.

Los diferentes procesos de transformación en la administración pública, que se iniciaron con la “reforma gerencial” introducida para las organizaciones privadas en la década del 70 (Simon, 1982), aplicada a los países desarrollados en los 80´ (Krieger, 2003) y reformulada para los gobiernos de América Latina a fines de los 90´
y hoy desembocan en el concepto de “gobierno abierto” (Oszlak, 2016) no parecen ser suficientes para atender la escala nacional de las problemáticas de un hábitat digno que incluya, no solamente la vivienda en un circuito virtuoso de urbanización integral y participativa, sino las demás demandas o necesidades intangibles (Peli, 2006) que los habitantes de barrios y asentamientos precarios manifiestan.

El salto cualitativo de la ciudad informal a la ciudad formal debe estar acompañado por acciones transdisciplinarias que develen el rostro humano del Estado (Bohoslavsk, Soprano, 2010). Estas acciones deben superar la espasmódica y anárquica inmediatez de mesas de trabajo donde todos opinan y nadie conduce. Para ello se vuelve necesaria la formación, inserción y participación de cuadros técnicos especializados y sensibilizados con las diversas y duras realidades de los barrios y asentamientos informales que se desparraman en todo el territorio nacional.

En este sentido es crucial la participación de la disciplina, primer campo del saber que se interpela, en los diferentes momentos de la “Gestión” que suele emparentarse, y en rigor lo está más de lo que aparentemente se visualiza, con los procesos técnicos - administrativos que se engloban con la peyorativa caracterización de “burocracia” (Crozier, 1964) (Mouzellis, 1973) (Mintzberg, [1983] 1991)

Puesto que toda intervención territorial requiere estar inserta en un Plan, y este suele formar parte de una Política Pública y a su vez necesitar de Proyectos para su financiamiento a través de Programas del Estado, se vuelve necesario profundizar en estas mutuas relaciones.

La burocracia, segundo campo en cuestión, nos lleva a pensar en el burócrata y en su aparente fatalidad. El burócrata, aquel miembro del Estado que se debate entre las órdenes del gobernante y los destinatarios de estas (Mouzelis) con una aparente imparcialidad, casi siempre con un gran conocimiento profesional pero con un profundo sentimiento de obediencia, resignación y culpa, termina convirtiéndose en un “elusor del deber” (B. Guy Peters  y Jon Pierre, 2017).

En palabras de Mario Bunge, “Es una ilusión el querer prescindir de la administración y, en particular, de la burocracia, y por lo tanto es una tontería el menospreciarla…”

Apartando el tono peyorativo con que se la trata, puede decirse que nuestro campo disciplinar entra en conflicto cuando se enfrenta a ella. Sin embargo estamos en continuo contacto, son arquitectos insertos en el gobierno local o en organismos e instituciones los que formulan los proyectos, los que los visan o aprueban en algún organismo provincial y los que les otorgan aptitud técnica para su financiamiento o realizan auditorías desde el Estado Nacional y el conjunto de todas esas incumbencias y prácticas dan contenido a lo que entendemos por “Gestión Territorial”.

En el análisis de estas prácticas aparecen zonas fronterizas entre el arquitecto y el burócrata, interpelar el cruce de estos campos nos dispara los siguientes interrogantes:

¿Qué hace un arquitecto en este rol? ¿Cómo se inserta un arquitecto en la estructura administrativa del Estado? ¿Dónde empieza y termina cada función cuando el mismo sujeto reviste este doble rol? ¿El Campo disciplinar y el Campo burocrático son irreconciliables?

Pareciera que seguir las reglas desde el campo burocrático, según Bourdieu, anula cualquier posibilidad de creación y aquí precisamente subyace uno de los mayores conflictos de nuestra disciplina al servicio del Estado, ¿ya no queda espacio para lo creativo?, ¿para la proyectación?, nuestro paradigma formativo ¿se queda sin respuestas?, ¿sin herramientas?

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Publiée

2019-09-19

Numéro

Rubrique

Planeamiento Urbano y Regional. Mesa 2