Construcción disciplinar y límites de las clasificaciones. Alcances y potencialidades de las representaciones en la elaboración de un proyecto de tesis doctoral

Abstract

En los trabajos de investigación, cuando las percepciones y representaciones se traducen en palabras que refieren a definiciones y conceptualizaciones, construimos las palabras clave como herramientas de comunicación cargadas de significaciones que nos acercan y nos vinculan. Las palabras clave pueden calificar y clasificar los objetos, sujetos o procesos que describen y, fundamentalmente pueden comunicar ideas y posicionamientos.

La importancia de buscar esas palabras, la posibilidad de encontrarlas y la necesidad de compartirlas, constituye parte fundamental de nuestras prácticas en la investigación y la docencia. Cuando se refieren a conceptos y se inscriben en determinados campos y corpus teoricos, nos compromenten, nos posicionan y nos permiten dialogar con quienes compartimos inquietudes e intereses.

Al avanzar en nuestras investigaciones, podemos sentir que nos adentramos en un laberinto -muchas veces construido con nuestras propias ideas y palabras- del cual, paradógicamente las palabras serán capaces de rescatarnos, siguiendo las huellas de quienes nos han precedido y abriendo a su vez el camino para quienes nos acompañan y se forman con nosotros. Sin embargo, en nuestras disciplinas, son las representaciones gráficas, los planos, los mapas, croquis, esquemas y dibujos, los que permiten representar(nos) no sólo el laberinto sino también su salida, y hasta la posibilidad de proponer su nuevo diseño.

En este sentido, cabe preguntarnos acerca de esa permanente interrelación que establecemos entre palabras e imágenes, cuando ilustramos conceptos y representamos percepciones que comunicamos a través de imágenes, “verbalizando” conceptos que luego deberemos representar en palabras.

Las palabras clave, sirven para definir y clasificar los contenidos, contribuyen a difundir resultados, y al mismo tiempo rotulan, identifican y circunscriben nuestro trabajo en un determinado campo, en términos más o menos abarcativos o específicos.

Elegir las palabras que definan y comuniquen los contenidos de nuestro trabajo nos hace preguntarnos ¿dónde nos inscribimos como investigadores? ¿con quiénes dialogaremos? ¿cómo elegir las palabras que nos definan, que nos posicionen en el campo? (de la investigación urbana en nuestro caso) ¿cuáles se utilizan en nuestro medio? ¿qué pasa cuando sentimos que esas palabras no nos describen? ¿no (nos) alcanzan? ¿cómo “traducir” las imágenes en palabras? ¿qué nos pasa cuando ingresamos en los tesauros de las disciplinas? ¿cómo nos clasifican? ¿una clasificación, implica un “disciplinamiento”? Estas y otras preguntas nos invitan a reflexionar acerca de nuestras disciplinas y nuestras prácticas, de sus alcances y sus límites, de sus potencialidades y de la necesidad de construir colectivamente nuevas definiciones, y nuevas herramientas capaces de vincularnos transversalmente y trascender los límites disciplinares, para enfrentar con creatividad los desafíos que se presentan en el actual contexto de incertidumbre.